17 diciembre 2010

Me cuesta tanto llorar

Me cuesta tanto llorar, incluso cuando tengo motivos para hacerlo, que a veces me sorprendo a mi mismo intentando contener el llanto que me ocasionan ciertas pequeñas cosas.

Ese pequeño error sin consecuencias que cometí, producto del alcohol y alguna otra sustancia tóxica, desencadenó en mí una de las últimas crisis de mi vida.

No me preguntes por qué. Por qué una pequeñez de ese tipo me hizo llorar. Por qué no me pude contener. Por qué en un instante me convertí en un niño pequeño.

Quizá fuera la gota que colma el vaso. Quizá fuera el simbolismo de la situación. O quizá sencillamente no pude soportar el haber cometido ese pequeño descuido.

¿Cómo puedo explicar que un hecho así me hiciera sentir que ya nada tenía sentido? ¿Que hiciera resurgir en mi interior antiguos síntomas ya olvidados?

¿Ese era yo? ¿Ese niño pequeño acurrucado debajo de las sábanas y que no podía parar de llorar? ¿Quién si no? ¿En qué me había convertido?

Al escribir estas líneas, al recordar ese momento, las lágrimas han vuelto a poblar mis ojos. Hasta inundarlos. Hasta desbordarlos.

No sé porque lloro, pero no puedo parar de hacerlo.






2 comentarios:

kateme dijo...

No sufras, no llores, ya sabes que las pequeñas cosas tienen solución, casi todo se puede arreglar...
Pero si aún así necesitas llorar, puedes contar con mi hombro tantas veces como lo necesites.
Me encantaría poder acompañarte, poder calmarte en esos momentos!!

kateme dijo...

Por cierto, la música genial, me encanta, ha merecido la pena la espera.