Nos acostamos casi a las cuatro de la madrugada, pero yo al alba ya estaba despierto. Los primeros rayos de luz de la mañana se colaron por entre las rendijas de la ventana e iluminaron tu cara. Estabas ahí, tan cerca y tan lejos a la vez. Apenas a unos centímetros de mí, pero al otro lado del abismo que nos separaba. Y yo a este lado, a millones de años luz de distancia, permanecí largo rato observándote. Sin hacer nada.
¿Cómo podía formar parte de tu vida y tú de la mía sin tan siquiera poder tocarnos?
2 comentarios:
Seguro que ya formas parte y respecto a lo del contacto fisico es tán solo una barrera a media altura...
Ya formabas parte entonces, y ahora mucho más por todo lo compartido........ y porque las barreras superficiales e innecesarias han desaparecido.
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