01 diciembre 2010

A las ocho en la esquina

Te espero en el banco de la esquina. A las ocho. Como siempre. Si no está ocupado estaré ahí sentado, observando a la gente pasar mientras espero. Y si ya hay alguien en él estaré cerca, dando una vuelta, mirando escaparates mientras estoy pendiente de tu llegada.

Y cuando llegues quiero hablarte de algo. Sé que es hora de que dé un paso adelante, el paso definitivo. Se que es hora de que tome una determinación. Pero espera, dame un poco más de tiempo. Sí, lo sé, me vas a decir que siempre digo lo mismo, que no puedo estar así eternamente. Ni a ti ni a mí nos gusta que las cosas se queden a medio hacer, pero supongo que a veces no queda más remedio.

¿Quién me va a ayudar? ¿Puede alguien hacerlo? Nadie va a ser capaz. Tú tampoco podrías, aunque sé que lo desearías. Por eso quiero decirte algo que no me he atrevido a decirte antes. Te diré que no te preocupes más por mí. Me preocupa que lo hagas, no me gusta. No quiero que malgastes tu tiempo así, de esa manera. Sabes que no sirve de nada. Sabes que no seré capaz. Sabes que no seré capaz de enamorarme.

Pero eso te lo diré luego, a las ocho, cuando nos veamos en la esquina.






1 comentario:

kateme dijo...

Vale. A las ocho en nuestra esquina aunque hoy igual paso a recogerte cuando salga del gimnasio.
Y no, no te preocupes, me preocupa que lo hagas.
Hablaremos de lo que tú quieras, pero sobretodo disfrutaremos de nuestra historia de lo posible.
No quiero hacer nada que no te guste porque estoy a tu lado para ser lo más felices que ambos podamos.
Hasta luego!