El sueño huido

Ayer después de comer me eché un rato en el sofá, y mientras escuchaba la banda sonora de la película Hace mucho que te quiero, intentaba comprender algo del libro Thomas el oscuro. En un momento determinado unos finísimos rayos de sol, de esos que dejan pasar las persianas, alcanzaron mi cara y la caldearon un poco. En esas condiciones de relajación no tardé en quedarme dormido.

No sé cuanto tiempo después me desperté, pero cuando ocurrió, lo hice sobresaltado, asustado por la presencia difusa de un sueño. El sueño estaba ahí, muy cercano, casi lo podía tocar con las manos, casi podía evocarlo, casi podía volver a sentirlo. Pero cada vez que me esforzaba en recrearlo, en reproducirlo, más se desfiguraba, más se volatilizaba. Estaba ahí, podía notar su presencia, pero no podía transformarlo en imágenes, no podía definirlo. Tenía una gran curiosidad por ver que extraño sueño había originado en mí tal desasosiego, pero mi insistencia acabó por ahogarlo. Y el sueño terminó por esfumarse.