He pensado una cosa. Ahora que me he
formateado, ahora que empiezo de nuevo, que parto de cero; quizá sería conveniente cambiar también de nombre, para que la transformación sea completa. Te puede parecer que eso es secundario, que es simbólico, pero hay que prestar atención a las pequeñas cosas, ¿no te parece?
1 comentario:
EL NOMBRE ES ALGO TAN INTRINSICAMENTE PROPIO Y PERSONAL, QUE DA MIEDO TRATAR DE CAMBIARLO O TRANSFORMARLO A NO SER QUE VAYA IMPLICITO CON UNA NUEVA VIDA COMPLETAMENTE DISTINTA, UN TRASTORNO DE PERSONALIDAD O UN CAMBIO FÍSICO SIGNIFICATIVO. PUES EL NOMBRE COMO LA MATERIA NI SE DESTRUYE NI DESAPARECE. SÓLO SE TRANSFORMA.
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