21 mayo 2007

¡Jolines!

El otro día un niño me llamó la atención porque, según él, acababa de soltar un taco. Jolines, había dicho, de manera exclamativa (¿o fue jope?, no recuerdo bien). Intenté explicarle de forma lo más comprensible posible que no se trataba de un taco, sino de una forma, absolutamente inocente, de expresar irritación, enfado o asombro. Pero, al parecer, esta palabra estaba demasiado afianzada en su cerebro, formando parte de su lista prohibida de tacos y palabrotas; y esto seguramente fruto de la férrea educación de sus padres o profesores, de tal forma que no hubo manera de hacerle ver mi punto de vista.

Al final si que llegué a estar verdaderamente irritado y enfadado, pero no con el niño, sino con el mundo, con la sociedad actual, o con el sistema educativo, no sé. Llegué a estar tan exasperado que no supe poner fin a esta insoportable discusión más que diciendo: ¡Es verdad joder, tienes razón, “jolines” no es más que otro puto taco de mierda!



(Bloques de hormigón en el puerto de Villajoyosa)

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