20 marzo 2007

No somos nada

Había salido del cine un poco desorientado por la película que acababa de ver, tal es así que a punto estuve de ponerme las gafas de sol cuando ya era de noche. Iba yo dándole vueltas a la película cuando de repente me encontré con un singular personaje. Estaba en una calle peatonal del barrio antiguo de la ciudad, apoyado en una farola y hablando con el que, todo hacía indicar, era un conocido suyo. Vestía como un arlequín en una curiosa versión futurista y su interlocutor era casi tan pintoresco como él, ambos parecían una versión moderna de Don Quijote y Sancho, o mejor, del Gordo y el Flaco. Por los hechos que se produjeron después pude deducir que estaban hablando de la desaparición de un conocido, de la muerte de algún amigo en común. Cuando se despidieron, nuestro personaje, el más pequeño de los dos, echó a caminar en la misma dirección que yo, justo en el momento en el que yo pasaba por su lado. De pronto comenzó a vociferar en plena calle, ¡no somos nada!, decía, ¡sólo somos un trozo de carne!, ¿para qué tanto trabajar?, ¿para qué tanto sufrir?, si cuando muramos todo desaparecerá, ¡todo se esfumará!.
Casi todo el mundo en la calle, casi todos los que presenciaron la escena, pensaron que estaba loco, o que quizá habría bebido. En ese momento, en ese preciso instante, tenía que haber hecho algo que no hice, y de lo cual me arrepentí más tarde, tenía que haberme acercado a él y haberle dicho: tienes razón, tienes toda la razón, no se puede estar más de acuerdo con alguien, trabajamos, sufrimos y todo para nada, estamos aquí para nada, estamos aquí y mañana no estamos. Pero ya que estamos aquí y ahora, a algo hay que jugar, ¿no?.

Budapest.

Porque ayer fue tu día, y aunque se que tú jamás leerás esto, este post te lo dedico a ti.

Musogato.

No hay comentarios: