01 octubre 2009

Otro otoño más

El grado de madurez de la uva es lo que marca el momento óptimo para su cosecha. Desde la primavera, los pequeños e incipientes brotes van desarrollándose progresivamente hasta que, a principios de otoño, la vid está preparada para una nueva temporada de vendimia.

Estos últimos rayos de sol que recibe la uva a principios de cada otoño son de vital importancia para su adecuada maduración, para que cada grano de uva alcance su tamaño y color final, su sabor definitivo. Sin el sol la acidez no podría transformarse en dulzura, eso no sería posible.

En otoño siempre me da por pensar en el paso del tiempo, sí, esa cosa a la que siempre intento no dar importancia. Debe ser porque la declinación de los días se hace más evidente. Al empezar cada uno de los últimos otoños, me he preguntado si yo ya habré alcanzado mi grado óptimo de madurez, o si por el contrario ya será demasiado tarde para recoger la cosecha.

Siempre, cada otoño, hay cosas que me hacen pensar que soy una fruta inmadura. Parece que no dejo de cometer errores a diario, en cosas en las que se supone que ya debería tener la experiencia suficiente. Como cada otoño, me pregunto si será posible ya. Si será posible alcanzar mi mejor momento. Si todavía estoy a tiempo.